El artículo de hoy va a ser difícil escribirlo sin que se me empañen los ojos.

Pues no es solo despedirme del equipo que entrenaba esta temporada, que ya lo hemos hecho en vestuarios, sino de los 7 u 8 años magníficos que he disfrutado del fútbol base.

El compromiso laboral que empiezo en este 2016, tan importante para mí, puesto que supone un buen salto profesional y que me ayudará en mi desarrollo personal, supone, junto a la investigación para el Proyecto Final de Carrera, la ocupación completa de casi todos los días de la semana. Además de una exigencia y una concentración absolutas para el buen hacer en ambos ámbitos.

Es hora de cerrar la carpeta del míster, descolgar la pizarra de tácticas y guardar el silbato como un tesoro más de los que he ido coleccionando en mi vida. Un entrenador debe estar al cien por cien ocupado en su plantilla y su equipo, aunque aparte tenga otras ocupaciones personales. Por ello, mi decisión, considero, es la más correcta.

Agradecer la absoluta confianza por parte de la AD Nervión, de Edu, Juani y Melli, directivos y coordinadores deportivos de la entidad y el apoyo de todos los compañeros del club en estas dos temporadas. Gracias a ellos he aprendido muchísimo, puesto que ver (incluso copiar) y ojear muchos de sus entrenamientos me ha servido bastante para aprender y crecer como entrenador: José Baena, Muñoz, Paco García, Sergio, Merino, Alex Díaz, Alex Cambriles, José Manuel

... no quiero dejarme ninguno, pero es dificil nombrarlos a todos en un club tan grande. Perdón, Grande, con mayúsculas. Gracias a todos.

Tampoco sería justo no escribir y nombrar a esos entrenadores que me han enseñado más en el día a día, cuando era su auxiliar o segundo entrenador: Iván Casaus (competitividad) y Antonio Cantalejos (señorío) en el Calavera CF, José Antonio Sousa (educación, respeto, pasión por un club) en la AD Mares y, en especial, a Selu Pérez, quien se atrevió a darme esa oportunidad de compartir banquillo en la AD Los Mares por aquél agosto de 2007 y que se ha convertido en uno de mis mejores amigos para toda la vida. Gracias a todos ellos.

Gracias a mis auxiliares, quienes han tenido que soportar lo pesadísimo que soy con el equipo, con el juego, con analizar rivales... Mi hermana Eugenia en el Calavera, Dani Torres en Los Mares y mis primos Miguel y Fernando en estas últimas temporadas. Todos ellos claves en el desarrollo de la temporada y a los que he agobiado con tantísimo trabajo diario.

En cuanto a los jugadores, no puedo nombrarlos a todos, he tenido ya más de una centena en estos 7 años y de edades muy distintas. Así que, todo el que haya sido jugador mío y lea este artículo (y aunque no lo lea) que se sienta totalmente culpable de haber formado parte de una de las facetas más importantes y bonitas de mi vida.
Han supuesto para mí, cada uno de ellos, un reto, una forma distinta de aprender de las personas, de un grupo, de ser líder de un conjunto subordinado bajo la premisa de un mismo objetivo.

Para alguien que ya va a ver esto desde la barrera (es mucho más cómodo y fácil), no habrá mayor alegría y orgullo que encontrarme con estos chavales y sentir el cariño que me tienen por haber sido entrenador (monitor, formador, educador, llámenme como quieran...) y haber compartido con ellos momentos inolvidables. Más allá de títulos, ascensos o descensos. Eso es lo que se queda dentro de mí y lo que va a perdurar en el tiempo. De copitas están muchas oficinas llenas, cogiendo polvo y frías sin que nadie las recuerde.

Sin más, espero volver a veros a todos los que he conocido gracias a este mundillo. Seguramente siga asistiendo a partidos de fútbol base, pero ya desde la grada, criticando a los entrenadores, que seguro que tienen la culpa de todo... jejeje.

Gracias, es la única manera en la que puedo despedirme.
GRACIAS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario