Si alguien preguntase a algunas de las visitas que he tenido en estas fechas qué opinión tiene de mi librería del salón, además de quedar como una maruja cotilla, puede que no terminara totalmente satisfecho con la respuesta de ninguno de los cuestionados. Lo primero, porque llamar librería a dos estanterías y media que tengo del Ikea me parece un poco pretencioso; y, por otro lado, si alguien verdaderamente se fijase, vería que es la biblioteca de un aficionado que intenta rellenar los huecos que le faltan con libros que debería haber leído, como si estuviera redimiéndose del pecado de no haber cumplido con los mínimos establecidos por la Literatura Universal. Además, dos o incluso tres de las baldas más grandes están ocupadas por colecciones de cómics -aunque ahora se empeñen en llamarlos "novela gráfica"- o literatura monotemática, como los ensayos de Edward Curtis sobre los indios norteamericanos o los relatos del Universo Expandido de Star Wars... Por lo que las bibliotecas de muchos institutos de barrios marginales o de algunos centros penitenciarios pueden estar más completas que mi "librería".

Una de las colecciones que adornan el salón -a veces, los libros para mucha gente son un simple adorno cuadrado muy coqueto- son los cuarenta volúmenes con las aventuras de Ásterix y Obélix; uno de ellos en italiano y varios más en versión original -primeras ediciones que conseguí viajando por Arlés, Aviñón o Nimes-. ¡Cuánto he disfrutado siempre con estos tebeos...! Aunque realmente los llamaba cómics; los tebeos para mí eran los españoles como Zipi y Zape o Carpanta y otros clásicos que también pueblan una balda ellos solos y de los que podríamos hablar otro día.

Con la muerte el pasado año de Albert Uderzo, los héroes galos se quedaron en la orfandad absoluta; Renée Goscinny ya nos abandonó mucho tiempo antes, quedándose Albert como guionista y dibujante. Ahora tienen unos "titos adoptivos", se podría decir, que, aunque han intentado mantener la esencia y el espíritu de los creadores originales, no han sido capaces de conseguirlo del todo; esa chispa, ese humor inteligente que me ha encantado siempre, desde las primeras veces que los leí. Ya de por sí, a Uderzo le costó encontrar un compañero que hiciera los textos de la misma calidad que Goscinny. No es fácil, pero Didier Conrad y Jean-Ives Ferri parece que van poco a poco encontrando, aunque de manera muy lenta, el estilo que los fans conocíamos de las aventuras pasadas.

No creo que lleguen nunca al nivel de sus verdaderos padres, ni creo que pueda valorarse o compararse, por un par de sencillas razones: básicamente, el público es diferente, hasta los aficionados más antiguos que aún permanecemos a la espera de nuevos ejemplares hemos cambiado; ahora somos adultos y no simples niños que esperan que salga el nuevo número y se contentan con cualquier historieta que los entretenga; ahora somos torpemente "exigentes", críticos que no permitimos que nos mancillen los recuerdos que tenemos de nuestros héroes y que al bailar un poco la historia y no nos encaja con los que esperábamos, nos ponemos nerviosos, encontrando errores insignificantes, pero que nos incomodan la lectura. Idiotas, la verdad, pero me doy cuenta que, sin querer, soy uno de esos -normalmente, en una segunda lectura, "abro la mente" y disfruto mucho más de la historieta-. Por otro lado, el humor ha cambiado, Francia y Europa han cambiado, la sátira, la ironía, el doble sentido, muy pocas veces se ven ya en productos comerciales. 

Astérix me descubrió el Imperio Romano, Italia. Más allá de odiar a esos locos romanos, llegué a reírme de su mala suerte contra los galos, los compadecía y esperaba que los desaguisados que creaban nuestros amigos se resolvieran sin tener que hacerles mucho daño...

Las pocas frases en latín que me sé, las aprendí de Panoramix, cuando protestaba de la invasión de términos extranjeros en su lengua materna gala (que sería un dialecto celta), mientras terminaba su discurso con un etcaetera, etcaetera; y de "Julio", que siempre vini a caballo, vidi todos los líos que formaron los galos en los campamentos cercanos (llegué a sabérmelos de memoria, junto a toda la entradilla de la primera página: Petibonum, Laudanum, Babaorum y Aquarium), pero nunca vinci, por más que quisiera recordarle a todo el mundo que Vercingetórix tiró las armas a sus pies, en señal de rendición.

El mapa de Europa, antes de que me entusiasmara con las competiciones futbolísticas, empezaba en el cabo cercano a la Normandía y terminaba en el tacón de la hermosa bota italiana, de la que terminé enamorándome con el tiempo, saltando como Tarzán, de liana en liana, de la Roma clásica a la Roma moderna y la Roma misteriosa...

Imité las aventuras de nuestros amigos en folios doblados por la mitad y divididos por celdas irregulares, aunque nunca fui capaz de dibujar el casco alado de Astérix, ni la curvatura perfecta de los bigotes de Obélix.

El ratoncito Pérez fue mi primer benefactor, siempre le estaré agradecido por ayudarme, ampliando la colección desde aquellos tres ejemplares (La cizaña, La Residencia de los Dioses y El Escudo Arverno) con los que mi madre empezó, hasta la balda de la estantería que ahora se muestra esplendorosa, tras años y años de amor a la Galia.

Aunque no puedo todos los años (el tiempo es lo único que no somos capaces de conseguir), siempre me gusta releerlos alguna vez y, con la edad, he ido descubriendo nuevos guiños de los autores, la traducción literal de los nombres originales en francés (Panoramique, Obelisque, Asterisque, Idée Fix, Assurance tous risque...), los personajes políticos de la época en la que se publicaron, famosos que hicieron pequeños "cameos" en las viñetas... detalles que hacen que estas aventuras no sean simples cómics infantiles.

Cuando mi hijo se haga mayor, espero que tenga curiosidad por estos cómics como yo y disfrute del humor inteligente de nuestros queridos galos... Seguro que la primera lectura con él será totalmente diferente a las de toda mi vida.

Y no puedo terminar este post sin desear que no se nos desplome el cielo sobre nuestras cabezas y agradecer a Tutatis y Belenos que sigan publicando nuevas aventuras de Astérix y Obélix...



No hay comentarios:

Publicar un comentario