Partido de alta intensidad, con mucha agresividad, llegando a rozar la violencia y con un árbitro demasiado permisivo. Pero lo teníamos claro: había que ganar.

El equipo sacó garra, coraje y demostró que unidos y trabajando duro somos capaces de sacar adelante nuestros objetivos.

Como sabíamos, de haber ojeado al rival y conocer el estado del campo de albero del colegio, el partido iba a ser de mucha briega y lucha en los balones divididos. Era necesaria una concentración absoluta en cada momento, independientemente de cómo fuéramos en el marcador. Había que pelearlas todas.

Con un juego mucho más abierto, con más participación de las bandas que en el partido anterior, el equipo fue capaz de generar numerosas llegadas a portería rival. La única pega es que volvimos a fallar en un par de jugadas a balón parado, dejando libre la marca y un remate a placer para el Portaceli.

No obstante, quedándonos con las ideas positivas, tenemos que darnos cuenta de que este es el camino: estar unidos y ser un auténtico grupo. Un equipo fuerte, indestructible cuando juega siendo solidario y cuando ve más allá de las individualidades y los egoismos. Así funciona esto, trabajando juntos.

Seguimos adelante, recibimos al Cerro en nuestro estadio. Tenemos que estar preparados para un nuevo rival con fuerte físico, teniendo ya claras las premisas de las que partimos: jugar unidos y luchar cada balón como si fuera el último.

Después del partido, el domingo a las 12, la plantilla disfrutará de una barbacoa para pasar un buen rato con el equipo.

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