Uno de los sueños que suele tener la gente que le gusta viajar es poder visitar el sur de Italia, recrear esas escenas de las películas italianas -o americanas, pero que suceden en Italia- donde una bella y esbelta figura femenina posa con un pañuelo, o a veces muy ligerita de ropa, en un pueblo apoyado en un acantilado, con unas vistas increíbles, aparte de las propias que genera la joven moza. Eso es la costa amalfitana, tantas veces filmadas en las películas, series y reportajes de moda. Pero hablemos con un poco más de detalle de la costa amalfitana, puesto que al ser un conjunto de pueblos muy fotogénicos, cuando los visitas, puede que todos no sean como esperábamos...

Empezamos nuestra ruta del sur de Italia por Nápoles. Hay que visitar la ciudad del Vesubio si se pasa cerca. Necesita un post sólo y exclusivamente para ella.

NÁPOLES.

Como siempre digo, depende de dónde tengamos el hotel, pero me gusta empezar con un paseito desde nuestro alojamiento, ya ahí es cuestión de gustos... Pero Nápoles es para eso, para pasear tranquilamente, no es muy necesario el transporte público. No es un centro histórico demasiado grande y salvo que quieras visitar el mural de Maradona, que está en un barrio periférico, o el estadio de San Paolo, que está todavía más lejos, pues no hace falta más que unos buenos botines (zapatillas de deportes, que en Sevilla los llamamos así para odio y escarnio del resto de andaluces).

Nápoles te puede encantar o te puede dar asco. No hay término medio. Es una ciudad caótica, al estilo de Roma, pero mucho más pobre y menos adaptada al turismo. Desde que llegas al aeropuerto, durante el traslado en los autobuses que te llevan a la estación central, puedes ver una ciudad pobre, de barrios sucios, oscuros, con habitantes que no son el prototipo de hombre italiano tan adorado por muchas mujeres. Recuerdan más al pícaro, al "zíngaro" de las obras de Alberto Sordi. Quizás, el seguidor de la serie Gomorra pueda identificar más a este tipo de personajes. Ojo, el barrio de Secondigliano, protagonista de la serie, el libro y la película de Gomorra, no es recomendable visitarlo. Por motivos obvios. De todas formas, es un barrio muy alejado.

Pero cuando empiezas a caminar por la Piazza Giovanni Bovio,  muy cerca del puerto de Nápoles, y caminas por la Via Agostino Depretis -woman, hice la broma ochocientas veces cuando fui con mi mujer, soy así- entras en la verdadera Nápoles. No es que los barrios no muestren el verdadero Nápoles. En absoluto, son la esencia de los habitantes trasladados del centro a las afueras, el crecimiento de Nápoles, el espíritu de Nápoles. Pero el centro, las calles antiguas y estrechas, conserva la esencia mediterránea y sureña de un pueblo envejecido, castigado, pero sobretodo, real.

Al ver el Castel Nuovo, te das cuenta de que la Historia de Nápoles es enorme, extensísima y que por la ciudad han pasado los ejércitos más sangrientos, las epidemias más graves y los reyes más tiranos.
Ahora está en plena restauración toda esa zona y creo que va para largo, porque están intentando levantar y redescubrir el foso que rodea la fortaleza. Hay una pasarela que te lleva alrededor del castillo y por la que puedes ver la magnitud de la restauración. Se puede entrar en el castillo, pero yo creo que es más interesante leer su historia y verlo por fuera, mientras en nuestra mente vamos imaginando y recreando escenas de batallas y reyes montados a caballo, llegando por el puente levadizo (ahora una simple rampa de cemento). Recomiendo ver la serie Los Borgia, con Jeremy Irons. Sí, soy un seriéfilo y las históricas me gustan mucho...

Subimos la calle en curva que empieza en el castillo y pasamos por el Teatro San Carlos, una auténtica preciosidad. Si tienen oportunidad de visitarlo por dentro, no lo descarten, merece mucho la pena, más si puedes asistir a una obra operística. La calle desemboca a la Piazza de Trieste e Trento.

Poco después, unida a una de las esquinas de esta misma plaza, llegamos a la Piazza del Plebiscito, donde están la Basílica de San Francisco de Paula, el Palacio Real, el Palacio de la Prefactura y el Palacio Salerno. Una amplia plaza llena de turistas, donde la luz se refleja en el blanco mármol de las columnas y las estatuas de la basílica.



La grandeza y la elegancia de esta zona sigue en la Galería Umberto I, construida a finales del s. XIX con la idea de acoger cafés y comercios. Aquí solían venir las jóvenes promesas de la lírica a cantar bajo sus soportales. Hay que recordar que el Teatro de San Carlos es todo un hito para los intérpretes del 'bel canto' de la época, porque actuar en él era como hacerlo en el Scala de Milán. La galería es una preciosidad por sus techos de cristal, sus paredes esculpidas en piedra y los suelos de mármol policromado y mosaicos en los cruces de la galería.
Helados, un café, ropa... la galería invita a gastar, pero cuando volvamos a la calle, vamos a continuar por la via Toledo. Esta calle toma el nombre del virrey español en Nápoles Don Pedro de Toledo, quien organizó la ciudad en el plano urbanístico y la hizo construir a mediados del siglo XVI. Hay que pasear por ella tranquilamente, disfrutando de los edificios y las iglesias.

Muy cerca de esta calle está el “Barrio de los Españoles”. Muchas guías advierten de su inseguridad, también la mayoría de los italianos. Pero es lo típico, un barrio señero, atestado de guiris, pero también con gente "bajuna". Hay que llevar cuidado, sí, el mismo que llevas cuando te mueves por Berlín, Barcelona o Roma. El barrio se construyó para acoger a los soldados españoles que durante el virreinato de Nápoles estaban a cargo del rey. El ‘quartieri spagnoli‘, como se le conoce aquí, siempre ha tenido un halo canalla y es una zona bastante degradada. Pero sin duda es el lugar más genuino de Nápoles, el que nos brindará las imágenes más sugerentes: ropa tendida, corros de vecinos, altares de agradecimiento a vírgenes y santos… Si le damos a nuestras fotos un filtro en blanco y negro, es como ver los fotogramas de una peli del neorrealismo italiano. Tiene muchas entradas, tantas como bocacalles a Vía Toledo, pero para nosotros, esta fue la más bonita:


Continuaremos subiendo la via Toledo hasta llegar a la Piazza Carità. Aquí buscaremos Pignasecca y subiremos para llegar al típico mercado callejero.  En Pignasecca encontraremos los puestos de pescado, fruterías y tiendas más variadas de la ciudad. Ahí es donde el andaluz puede sentirse como en casa. Quizás para los que no estén acostumbrados a ese "ambiente", les choque un poco más. Y ambiente no sólo por los puestecillos del mercado, sino por la gente, las abuelas "agitanadas", con falda larga, portando una cesta y hablando a voces con su amiga, que lleva su pañuelo en la cabeza; o el alegre dependiente que agasaja a los clientes con chistecillos e invitaciones a probar todo lo que tiene... Muy pintoresco todo, que dirían las influencers de instagram.

La Pignasecca es la vía que tendremos que seguir para llegar al funicular de Montesanto, que nos conducirá al Vomero. Es la parte alta de la ciudad donde está el Castillo de Sant’Elmo y la Certosa (cartuja) de San Martino, un monasterio originalmente y que hoy acoge uno de los museos más ricos de la historia de la ciudad. Desde el Vomero disfrutaremos de una espléndida perspectiva de Nápoles con el Vesubio al fondo. Al final del post os cuelgo un vídeo. Si no queremos coger el funicular podemos subir la scalinata, que además es un monumento propiamente y digno de ver (se llama Pedamentina San Martino, que casi rima). En mi opinión, me parece un "pateo" enorme y que hace perder mucho tiempo, cuando hay otros sitios reunidos cerca entre ellos y que merecen la pena. Por lo tanto, yo votaría por el funicular y volver rápido exactamente por donde vamos.

Volvemos de la misma forma y ahora vamos al Spaccanapoli.
Para mí, esto que vamos a contar es Nápoles, además del barrio de los españoles -que tiene más fama que peligro- y Pignasecca: la gente de Nápoles, la verdadera, la que nos recuerda a un barrio andaluz, de algún pueblo blanco de Cádiz, esa es la Nápoles con la que me quedo y la que me gustaría volver a visitar algo más de tiempo del que fui.

Spaccare significa quebrar o romper en italiano. Spaccanapoli, por lo tanto, es la calle que divide en dos el centro histórico de Nápoles, un área de 2.500 años de historia y que es Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Se trata de una encrucijada de calles repletas de tiendas de artesanía, comestibles, libreros, anticuarios, pastelerías, pizzerías…

Tenemos la Via Forno Vecchio y la via Maddaloni, que cruza vía Toledo. Buscamos Via Domenico Capitelli y desembocamos a la plaza de Giesú Nuovo, donde está la iglesia del mismo nombre. También está la visita obligada al claustro de Santa Clara, ricamente ornamentado de azulejos de cerámica esmaltada.
 Por aquí está la pizzería de Gino Sorbillo, la mejor del mundo (es el ganador de Master Chef Italia). Es un buen sitio para comer, pero hay que ir pensando en una larga cola de espera (a veces puede llegar a la hora) o encargar. Es reconocible porque tiene este mural y toda esta fachada florida en la entrada:


Otra pizzería que está considerada la mejor del mundo se llama 'Da Michelle', pero está más alejada del centro. Por suerte, estaba cerca de nuestro hotel y pudimos disfrutarla.

Ahora vamos a la piazza de San Domenico y poco a poco podemos ir terminando este paseíto, visitando el Duomo, la catedral, que se llega saliendo por la piazzeta Nilo (nos encontraremos la estatua del Dios Nilo en frente de un divertido bar o cafetería tiffosi del Nápoles), continuando por San Biagio di Librai (donde nos chocaremos con un espectacular grafiti de un papa joven, protagonista, por cierto, de la tercera temporada de Gomorra); y cogiendo por la via Duomo. Pasado el Palazzo Como, ya se debe ver la catedral y la enorme plazoleta donde se encuentra.

Finalmente, vamos a visitar el Castillo del Huevo. Tiene unas vistas impresionantes del Vesubio y está muy cerca de la plaza del Plebiscito. Sólo tendríamos que seguir bajando hasta el mismo puerto, donde se debe ver el huevo. O el castillo. Lo dejamos para el final por si no hubiese dado tiempo de ver lo fundamental, que es todo lo anterior.

La semana que viene continuamos con la costa amalfitana y los pueblecitos tan fotogénicos que tiene, pero Nápoles merecía un post para ella sola y me ha quedado bien largo...

En Twitter avisé de que los posts de las rutas estas iban a cambiar. En este caso, ha cambiado poco. Pero en breve, tendremos una nueva "versión" del post, mucho más personal y no tan de la web de turismo del ayuntamiento...

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